A Cielo Abierto Movimientos y Significados: una reflexión a la obra de Roberto de la Torre.
- Pablo Aguirre Solana
- Mar 4, 2024
- 14 min read
Para Roberto de la Torre con cariño y caudales de admiración:
Larry Shiner en sus celebre libro: “La invención del arte”[1] explica como la evolución del arte contemporáneo ha incorporado la idea de arte y vida: como la posibilidad de integrar elementos de la realidad y de la vida a la obra de un artista, no necesariamente circunscrito a un medio particular. Esto es; que la obra como un objeto en sí mismo, se abre a la posibilidad y hecho de que ésta contenga varios tipos de elementos; ya sea visuales, poéticos, musicales, teatrales, dancísticos y físicos, sin ser necesariamente una actividad diferenciada, por ejemplo, la pintura de la instalación, o el video de la música. Transcendiendo así su mera y obvia objetividad a algo más abstracto e indeterminado, como lo puede ser un momento, una improvisación, una acción colectiva, o el performance.
Y es en esta integración de medios, elementos y formas, que; el arte contemporáneo presenta una nueva forma de estimular la mente para ver e interpretar el mundo circundante de distintas maneras. Así como el poder trascender las barreras de lo definido y del medio en particular. Esto implica sí un grado de indeterminación, pero al mismo tiempo implica un “esencialismo”, en el sentido en que, si bien la primacía del medio se diluye o se pulveriza, la trascendencia y relevancia de la significación, el sentido y la esencia del arte quedan intactas en una suerte de: significado por encima del medio. Así; el reto del arte contemporáneo, a mi parecer; al no depender ya tanto de los medios y al poder desarrollarse en una miríada de posibilidades físicas, estéticas e interpretativas; digamos que supera su destino y fines más físicos y entra en un espacio de mayor vaguedad y dilución en cuanto a formas y medios, pero igualmente relevante en cuanto a aquel ideal kantiano dieciochesco; que es la transmisión y representación de lo bello y lo sublime[2].
“A Cielo Abierto” de Roberto de la Torre: infiero, desde mi muy manifiesta subjetivación e interpretación que hago de ella, honra este ideal, esto es; en la obra se distinguen con claridad nociones de lo bello y lo sublime. Que trataré de justificar y argumentar a partir de 2 ideas puntales.
Antes de esto; la primera pregunta que habría que hacerse es: ¿Si un ideal (lo bello y lo sublime) que surge de la filosofía de la ilustración hace 200 años, es aplicable y lo suficientemente vigente, como marco conceptual a una obra de arte contemporáneo? Mi respuesta es sí, en el sentido en el que: Kant (1763) ubica lo bello y lo sublime como; lo que encanta/asombra y lo que conmueve[3], Burke (1753) ubica lo sublime como una fuente de poder[4], y finalmente Hegel (1829) ubica en lo bello y lo sublime una revelación de lo divino (espiritual) y de la idea (auto-consciencia)[5]. Finalmente, tanto en Burke como en Kant, hay una extensión de lo bello y sublime hacia la virtud y hacia lo moral. Cuestiones que a la luz de la modernidad padecen una franca ruptura y oposición (Nietzsche)[6]; pero que, de cualquier manera, vale anotar para el propósito de nuestras siguientes cavilaciones.

I. Una historia de kinesis, poesía y música (Lo bello)
Un primer cuadro se abre con Roberto en una jardinera en la que con sutileza, inocencia, silencio y expectativa extrae con una cuchara la tierra de ésta, poco a poco, dejando caer la tierra en el piso, como un niño que juega entre el hastío y la reflexión.
Este primer cuadro abre la historia que nos contará Roberto; una historia que se narra en un dialogo de símbolos, movimientos y sonido. Historia que habrá de proponernos una serie de marcas indelebles, tanto en nuestra psique como en nuestro interior.
En esta historia: uno de los primeros atributos que me gustaría hacer notar es que independientemente de su formato pre-definido (performance), ésta logra abarcar y enlazar otros medios y formatos. Por ejemplo; la poesía, la música, la plástica y la teatralidad. Medios y formatos par excellence en donde se manifiesta lo bello en su expresión más esencialista y entendida llanamente como aquello que conmueve.
A Cielo Abierto, la entiendo antes que nada como un hilo narrativo que conecta a partir de distintos medios y formatos. Historia que, como hilo narrativo a su vez, se articula en dos grandes dimensiones, una la más física o material, esta que congrega los elementos músicos, plásticos y teatrales (lo bello) y la otra dimensión una más etérea, intangible y espiritual, esta que congrega la serie de marcas indelebles que nos habrá de dejar (lo sublime). Empleando la taxonomía de Roland Barthes[7], la primera dimensión sería el “Significante” o la expresión en donde sucede la narrativa y la segunda dimensión sería el “Significado” o el plano de los contenidos. Consecuentemente; dentro de estas dos dimensiones, encontraremos también, un adentro y un afuera entendido si se quiere en su sentido más físico y material, pero también en su sentido más filosófico-espiritual. Lo profano(adentro) y lo sagrado(afuera), lo sagrado como: nostalgia del ser y lo profano como: lo ligado a la existencia física[8] .
Un segundo y tercer cuadro del performance se ve con claridad que todo lo que acontece está en el adentro, el adentro físico de la escuela en donde toma lugar la obra. Es aquí, en donde se devela la naturaleza kinésica y musical de la obra, primero el adentro simbólico es un espacio cerrado en el que la interacción con los elementos que tiene Roberto a su mano, como la palas de madera, las espátulas etc., lo hace generar una expectativa y ambiente de anticipación con el camino que recorre y las acciones que realiza, y segundo, acompaña este ambiente de anticipación con una sonoridad (las palas golpeando los cubos y parades de madera) que ayuda como telón de fondo a construir este preludio en el que no sabemos qué va a pasar y en el que lo lúdico, la ironía, la posibilidad, la incertidumbre y la risa están presentes. En estos cuadros, la liga a lo físico es evidente las metáforas y lo simbólico solo se asoman como intento, la anticipación que crea Roberto pone en juego la imaginación, enlazando movimientos y sonidos. De ahí su naturaleza poética, ya que si bien la poesía se circunscribe a la palabra escrita aquí las palabras podrían sustituirse por la secuencia plástica de escenas (imágenes) que ponen en juego una serie de nociones, intuiciones e ideas, en la que se revela algo de la existencia humana. Ya bien dijo Schopenhauer que el “propósito con el que el poeta pone en movimiento nuestra fantasía es revelarnos las ideas, esto es; mostrar mediante un ejemplo lo que es la vida y el mundo”[9].
En estos primeros cuadros se nos revela una parte minúscula y desconocida del mundo que yace en un adentro material y contenido, pero que asoma y anticipa algo más profundo y penetrante. Aquí: se empieza a concatenar una línea (permítanme llamarla poética), que abrirá la red de significados contenida en la obra. Uno de ellos; cavar para descubrir. Cavar para anticipar, cavar para mostrar, cavar para buscar, buscar para entender, entender para sublimar, sublimar para no sufrir. Así; las palas, espátulas y cucharones y sus sonidos revestidos en el ir y venir de Roberto, advirtiendo, anticipando, desvelando.
II. Más allá de lo político, un meta-lenguaje sagrado
(Lo Sublime)
Un tercer cuadro, de la obra, nos adentra a de profundis, a la antesala climática de los contenidos, ya transformados por el ambiente, su desarrollo y su desenlace. El primer signo de advertencia lo vemos en el momento que Roberto sale de la escuela a la calle y lleva consigo una escoba metálica para hojas, la cual arrastra con empeño sobre el concreto de la banqueta, anunciado sórdidamente, con ese chirrido metálico tétrico, lo que habrá de pasar.
En esta historia otro de los atributos que me gustaría hacer notar es que: además de la capacidad que tiene Roberto de abarcar y enlazar otros medios y formatos de manera indirecta como son la poesía (en imágenes) y la música y con ello construir un hilo narrativo. Es la formación de una red de múltiples significados a partir del enlazamiento de estos medios y formatos. En este sentido; es como si cada objeto, acción y espacio en la obra pudiera conectarse entre sí y de esta forma mostrar y revelar su significado. Significados en donde se nos manifestará lo sublime, en su expresión más esencialista y entendida llanamente como aquello que encanta/asombra.
A Cielo Abierto, además de entenderla como un hilo narrativo que conecta a partir de distintos medios y formatos. La entiendo como esta gran red que une significados, pienso en una auténtica red de conexiones simbólicas. Una especie de rizoma siguiendo el concepto de Deleuze y Guattari[10], que postula una forma más libre de articulaciones de contenidos que se entrelazan. Algo que propiamente no tiene un solo centro de gravedad, sino que tiene vasos comunicantes (dendritas) pivotantes de abundantes ramificaciones laterales y circulares que representan la multiplicidad. Quizás es importante anotar esto, porque si bien cualquier obra de arte puede contener una multiplicidad de significados, estos se dan a posteriori. Mientras que con la obra de Roberto específicamente y en general con el performance como medio y formato, la multiplicidad de significados se dan in tempore; esto es se tejen y articulan dentro de la obra, en su materialidad, en la medida en que sucede (en tiempo).
Por ejemplo; en un cuadro de pintura, una cuchara es un símbolo que se interpreta; que está ahí de manera pasiva, en el performance la cuchara transciende su fiscalidad y su pasividad y también se interpreta sin duda, pero aquí la cuchara es parte activa de una serie de sucesos, acciones, transformaciones y desenlaces, no es algo que se describe o que se dibuje, solamente, es algo que también actúa, a partir de su instrumentalidad. Y creo, que esta diferencia hace que la red de significados se desdoble de una manera muy particular generando otro tipo de experiencia estética, una experiencia en donde; la vida se incorpora la idea del arte a la vida como señala Larry Shiner.
El punto aquí, entonces, no es la multiplicidad de significados per se, sino como se tejen, se imbrican, y se entrelazan éstos. O sea; existe una diferencia sustantiva entre la multiplicidad de significados versus una red de significados. La multiplicidad de significados es aditiva, se reproduce de manera lineal y unidimensional. La red de significados, por el contrario, es multidimensional y conecta, desde distintos lugares, espacios, medios y formas los significados, es aditiva sin duda, pero no es lineal, esto es; no tiene un solo centro de gravedad (el lienzo, la partitura, la hoja de papel, la pantalla) tiene varios, que se evidencian y se muestran en su fiscalidad e instrumentalidad, no sólo en su interpretación a posteriori. La obra de Roberto, a mi parecer; goza de una red de significados, más que de una multiplicidad de significados, que viven dentro y fuera de la obra, y con ello nos brinda, en este respecto, otro tipo de experiencia artística.
Un cuarto cuadro de la obra, nos muestra lo abierto, el afuera y sus múltiples centros de gravedad. Aquí la sucesión de imágenes entra en un crescendo, los movimientos y las acciones adquieren un ritmo cada vez más impetuoso y acelerado. Roberto llega a un área de niños en donde hay varios areneros de juego, en uno estos, él empieza a cavar con una pala que previamente había descubierto en su camino a ésta. En su cavar encuentra otra pala, e invita a una persona del público a cavar junto con él, abriendo así además del espacio simbólico un espacio dialéctico que la obra habrá de incubar con el público presente.
Esta transición del adentro al afuera, habrá de convertirse en uno de los elementos estructurales simbólicos más relevantes de la obra por dos razones, primero; porque se multiplican los centros de gravedad, los areneros, la calle, las áreas de juego, las casas que rodean la escuela, etc. Y esto nos remite a una espacialidad en la que todo, prácticamente todo es posible. En este sentido; la obra además de su principio programático y de los objetivos que persigue, asume cierto de grado de incertidumbre y azar. Dado que hay muchas cosas del exterior y de su espacio que le serán contingentes y que escaparán a su control. Y segundo; porque se gesta una dialéctica espontánea con el público en donde asume un papel, ya no pasivo, ya no de invitado, sino de protagonista. Roberto al invitar a los miembros del público a cavar con él, rompe con el paradigma del espectador pasivo y abre completamente la naturaleza de la obra a algo múltiple. Ya no es de él la obra, la obra ya es colectiva, espacial y contingente.
Cavar ya no es un cavar de Roberto y sus significados, ya es un cavar de los otros, en un diálogo de silencios, pero rico en gestos, sentidos y movimientos. El sentido se socializa y se abre una posibilidad de subjetivación[11]. Este diálogo además de ser un diálogo que la obra establece con el público; de manera espontánea (Roberto no le indico a nadie que cavara junto con él, sino que, de manera espontánea, el público uno a otro en la medida en que aparecían las palas, voluntariamente se prestan a participar). Es un diálogo que crea un lenguaje en el que se dicen muchas cosas, pero donde no se enuncia nada, un lenguaje en el que esta red de significados se va materializar conforme de desarrolla la obra. De ahí a que, creo que la mejor manera de describirlo es como un meta-lenguaje que servirá como el proponente y como el que vinculará toda esta red de significados. Dado que, como no hay un solo centro de gravedad, hay una acción colectiva, y una multiplicidad de medios y formas, la simple enunciación de cada cosa, su definición, su categorización y su taxonomización sería insuficiente para poder explicar esta vastísima red de significados que se articula en un meta-lenguaje, que no enuncia pero que sí representa y que va más allá del lenguaje. Este meta-lenguaje, no dice las cosas, no las nombra, pero sí las dirá materializándolas en rizomas (red de significados) psíquicos, sociales, políticos, emocionales, culturales e individuales.
Un quinto cuadro de la obra nos muestra su apotheōsis, en este vemos a al público participante que ayudó a Roberto a cavar y a desenterrar las palas, golpear con éstas el suelo, emitiendo así un sonoro estallido metálico que se repite una y otra vez, en una monotonía lúgubre que despide un aroma a reclamo, a grito, a llanto a lamento. Para este momento ya hay toda una atmosfera de extrañamiento y de asombro, la expectativa se ha disipado y ahora todo apunta hacia el yugo de poder, hacia lo sagrado, hacia la muerte, hacia lo sublime, tal y como lo describe Edumund Burke: “A sort of delightful horror”[12]
Para Kant, Burke, Schiller[13] y Tolstoi[14]: lo bello y lo sublime, tendrían que extenderse a lo moral, esto es; que lo bueno en términos morales participa de lo bello y de lo sublime, en su sentido positivo y negativo, idea que toman de Platón[15] y que cada uno habrá de desarrollar en sus distintas variantes. ¿Esto que tiene que ver con el clímax de la obra de Roberto?, Directamente nada, puesto que desde hace siglos lo bueno moralmente se dejó de entender y de interpretar como algo que participa de lo bello y lo sublime. (Nietzsche: La genealogía de la moral). Pero indirectamente creo que tiene que ver mucho con el clímax de la obra, ya que; en la red de significados que se articula a través de este meta-lenguaje que propongo, se despliegan una serie de elementos morales que la obra muestra. Por elementos morales me refiero a la moralidad en su sentido ético, como la noción del sentido bien y del mal, no como una construcción sociogéntica de valoraciones del “deber ser social”[16]. Así, en el punto culminante de la obra se devela la única clave simbólica que enuncia algo explícitamente. De una ventana de la escuela que da al patio de juegos donde se da este golpeo de las palas y en donde Roberto desentierra una serie de prendas que va colgando frenéticamente en los juegos, alguien avienta de manera intempestiva una serie de papeles con las fotos de los normalistas de Ayotzinapa asesinados en el 2014.
Esta clave facilita su interpretación y sus significados morales, en su sentido más básico de clamor de justicia y dignidad humanas. Sin embargo, hay que anotar que: aunque hay una clave simbólica que enuncia un de los muchos sentidos de la obra, esta no enuncia lo político del fenómeno, ni enuncia su indignación y ni su rechazo social, así como todas sus implicaciones socio-culturales. Por el contrario, Roberto de manera magistral, permite que este meta-leguaje hablé de lo político sin hacer de la obra algo político, que hable de la injustica sin nombrarla, que hable del sentido del bien, del mal y de la justicia, sin moralizar. Roberto sólo deja que hable el ese dolor, esa rabia, esa conmoción, sin gritarla. El tan solo nos pone un espejo alegórico para que a partir de esta red de significados se nos revele un trozo del absurdo humano, del dolor punzante que implica la muerte de jóvenes inocentes, de esas muertes que merecen ser lloradas y llevadas en nuestra alma y corazones, del hartazgo que implica la impunidad del poder en todas sus formas, del fatídico destino que implica la pobreza y de cómo ésta supone la sistemática profanación de la tierra y la vida como espacios sagrados.
¿Es necesario saber qué paso en Ayotzinapa en el 2014, para poder capturar esta clave simbólica, en la obra de Roberto? Yo creo que no, porque es tan poderosa esta red de significados articulados en su meta-leguaje que el simple hecho de cavar, de extraer, de colgar prendas en los juegos, de la fosa que yace de lo cavado, de golpear la palas sobre el piso, de tener el retrato de algunos de los jóvenes asesinados pegados en las ventanas de la escuela, exclama por si sola una atmósfera tanática y de pesar. Es así como la obra trasciende su contenido político sin dejar su significación social y es así como la obra trasciende su moralidad sin dejar su valor y sentidos éticos.
Podríamos decir así, que la obra trasciende su particular momento y coyuntura y nos refiere a una atemporalidad y a una universalidad de valores, como el bien el, mal, la justicia, y el duelo.
III. Marcha Fúnebre (Conclusión)
A cielo abierto, finalmente, es una obra que incorpora la idea de arte a la vida, que, asimismo, desarrolla una red de significados (rizoma), a partir de un meta-lenguaje en el que se revelan partes de nuestra existencia sin ser nombradas, en la que se despliegan elementos de lo bello y lo sublime. De lo bello a través de la multiplicidad de formas y medios que indirectamente en ella juegan como la poesía, la música, la narrativa y la teatralidad y de lo sublime a partir de la relación con la muerte y lo sagrado de la vida y la tierra. En donde hay un adentro y un afuera que muestran en su transición diferentes estados del ser y distintos centros de gravedad, en donde de dos dimensiones una la más física o material, la otra más etérea e intangible, deviene una multiplicidad de dimensiones, que son los significados que de ellas se desprenden (red/rizoma). Lo dual da lugar así a lo múltiple. Y lo múltiple son desde los rostros de los normalistas asesinados hasta los rostros del público que ayudan a cavar, lo múltiple es lo otro, es el foso que yace como símbolo de muerte, lo otro como la imposibilidad de nombrar la tragedia, pero siendo participe de ella, sintiéndola, viviéndola, experimentándola. Lo múltiple es la alteridad de los otros, del otro, del rostro que no es nuestro, de la prenda colgada que no es nuestra, pero que nos identifica, de los nombres que no son nuestros, pero suenan como propios, el otro con su inexpugnable diferencia, pero con su aterradora proximidad.
Roberto nos ofrece una experiencia artística diferente, en la que nos enfrenta a ver y sentir el mundo desde otro lugar, quizás un lugar no muy cómodo, pero si lleno de verdad, música, poesía, plasticidad y narrativa. Un lugar que abre las posibilidades de interpretación y representación, una red de significados con su meta-lenguaje, que nos revela la alteridad (lo otro).
4/Marzo/2024
Aquí el video del performance:
(Todos los dererchos de reproducción y copia son de Roberto de la Torre)
(Todas las imagenes y sus derecho de autor y reproducción pertenecen a libro: "Roberto de la Torre. Art, Violence, and Extraction. Mexico City-Miami-Mumbai-Toronto. Chicago/Toronto: M-C-M, ICE Press, University of Toronto, University of Illinois 2024.)
[1] Larry Shiner. La invención del arte. Una historia cultural. Editorial Planeta. 2023. Pag-390.
[2] Immanuel Kant. Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime. Alianza Editorial. 2019
[3] Immanuel Kant. Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime. Alianza Editorial. 2019
[3] Edmund Burke. A Philosophical Enquiry into the Sublime and Beautiful. Oxford. 2015
[4] Hegel. Introductory Lectures on Aesthetics. Pengui. 2004
[6] Nietzsche. El Nacimiento de la Tragedia./La genealogía de la mora Alianza Editorial. 201, 2019.
[7] Roland Barthes. La Aventura Semiológica. Paidós. 2021. Pag 53.
[8] Mircea Eliade. Lo sagrado y lo profano. Paidós. 2017. Págs.: 55,71.
[9] Arthur Schopenhauer. El mundo como representación y voluntad. Alianza Editorial. 201. Pag.557.
[10] Giles Deleuze y Félix Guattari. Rizoma. Fontamara. 2019.
[11] Subjetivación. Proceso a través del cual nos constituimos como sujetos y manifestamos nuestra subjetividad. (Deleuze y Guattari)
[12] Edmund Burke. A Philosophical Enquiry into the Sublime and Beautiful. Oxford. 2015. Págs. 33,34.
[13] Frederich Schiller Letter on the Aesthetical Education of Man. Grindl Press. 2015
[14] León Tolstoy. Qué es el arte. Edición Amazon Kindle. 2018
[15] Platón. El banquete. Alianza Editorial. 2021
[16] Norbet Elias. El proceso de la civilización. Fondo de Cultura Económica. 2019.







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